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Buenas Prácticas

Recomendaciones 

Dra. Constanza Herrera

Doctora en Psicología de la Universidad de Concepción, especializada en el área de educación y formación docente.

"Hoy nuestros profesores y profesoras, tanto en formación como en ejercicio, requieren ir movilizando acciones, de manera individual y colectiva, que les permitan enfrentar aulas diversas y complejas”, destaca la Dra. Herrera.

Con este propósito, identifica tres líneas de acción para construir un clima de aula que valore la diversidad, entendiendo que los resultados siempre dependen del contexto:

  • Aprender a conocer. “Observar ese lugar en el que nos toca desempeñarnos como profesor, escuchar, mirar lo que hacen, conocerlos, preguntarles acerca de su vida, de lo que les interesa, de sus sueños, de sus gustos. Es importante, como un primer paso para conocer a nuestros estudiantes, pedirles, por ejemplo, que traigan objetos que son de su familia o de sus actividades cotidianas, que conversemos sobre ellos para poder ir conociéndolos más”.
  • Elaborar actividades situadas. “Ir construyendo experiencias de aprendizaje que sean situadas y que estén conectadas con esas características, historia, contextos en los que están nuestros estudiantes, de modo que tenga algún sentido eso que estemos haciendo y que el aula se transforme en un espacio donde convivamos de manera respetuosa”.
  • Trabajar colaborativamente. “Cada profesor tiene una trayectoria diferente y desde allí puede aportar ideas y experiencias de lo vivido y de lo aprendido, para ir construyendo una comunidad profesional que se apoya y que va aprendiendo de manera continua, para ir abordando los desafíos de aulas diversas y complejas”. 

 

Dra. Neva Milicic

Psicóloga infantil de la Universidad Católica, con maestría en Educación

Para Neva Milicic es importante “ver cómo podemos compensar los déficits que están teniendo las y los niños que están viendo y viviendo situaciones de mucha violencia, lo que llega a la sala de clase”. Precisa que la estrategia debería considerar:

  • Regular el número de estudiantes por sala, no más de 25 ó 30 por sala. “Las posibilidades de control y de regulación en grupos muy numerosos es muy difícil. Menos estudiantes por sala permite que el profesor tenga un contacto y establecer un vínculo personal“, destaca.
  • Co-docencia. “Apoyar al profesor con otro profesor, con un practicante u otro profesional que le permita abordar apropiadamente la integración de niños con necesidades educativas especiales y la diversidad cultural. Un apoyo en la sala permite conversar, analizar situaciones complejas y contener. Hay que mejorar las condiciones de trabajo del profesor”, indica.
  • Microclimas. “Fortalecer los vínculos con estudiantes, formando grupos con intereses comunes por la lectura, el teatro, el cine, donde además se logra un aprendizaje socioemocional. El cine, por ejemplo, contribuye a la resiliencia, ya que en la mayor parte de ellas (las películas) los protagonistas logran superar situaciones difíciles”.